lunes, 1 de diciembre de 2014

(SEMESTRE: AGOSTO 2014 - ENERO 2015)
LECTURA 4, PARCIAL 3


A veces pienso en voz alta…




Hay reflexiones obligadas que como ciudadanos de este país deberíamos hacer. En tiempos en los que vivimos niveles de violencia, impunidad, corrupción y desigualdad que parecen ser sacados de la más increíble novela terrorífica me pregunto ¿cuándo terminará esto?, ¿Cómo terminará?, quizá peor: ¿habrá un fin?
En diversas manifestaciones he visto personas de varias edades exigiendo justicia a su gobierno con gritos y con silencios, con dibujos, con música, con poesía, a veces con regocijo y a veces con mucha tristeza. He visto su indignación luego de hacer propias las tragedias que han padecido miles de ciudadanos en este país. ¿Será que la sociedad empieza a despertar?, ¿será que ya despertó?

En la escuela, casi como una investigadora social o por qué no, como una pesimista con esperanza observo las miradas, las pláticas y los comportamientos de mis alumnos  y me pregunto: qué pensarán al ver el país en el que viven convertido en un infierno, qué pensarán al enterarse de las miles y miles de desapariciones, asesinatos, violaciones, injusticias que diariamente ocurren en el territorio donde muchos vivirán toda su vida, me pregunto qué pensarán de un presidente manufacturado por la televisora más grande de esta nación y que ha elegido esconderse ante los hechos que exigen realice su trabajo; me pregunto sobre la forma en que viven esta “realidad" que yo observo cada vez más apocalíptica.

De cualquier manera, independientemente de todas las posibles respuestas que encuentro o mejor dicho que me invento, no puedo dejar de lado l
a posibilidad de que quizá mis alumnos y yo compartimos distintas realidades, posiblemente ellos sí  habitan un entorno satisfactorio en el que no existe nada por qué incomodarse, nada por qué gritar, nada por qué manifestar descontento… o tal vez, simplemente, el desánimo aún no les ha alcanzado la mirada y el corazón.


Liliana G.S.

(SEMESTRE: AGOSTO 2014 - ENERO 2015)
LECTURA 3, PARCIAL 3



Sólo Le Pido A Dios



Sólo le pido a Dios
Que el dolor no me sea indiferente
Que la reseca muerte no me encuentre
Vacía y sola sin haber hecho lo suficiente


Sólo le pido a Dios
Que lo injusto no me sea indiferente
Que no me abofeteen la otra mejilla
Después que una garra me arañó esta suerte


Sólo le pido a Dios
Que la guerra no me sea indiferente
Es un monstruo grande y pisa fuerte
Toda la pobre inocencia de la gente
Es un monstruo grande y pisa fuerte
Toda la pobre inocencia de la gente


Sólo le pido a Dios
Que el engaño no me sea indiferente
Si un traidor puede más que unos cuantos
Que esos cuantos no lo olviden fácilmente


Sólo le pido a Dios
Que el futuro no me sea indiferente
Desahuciado está el que tiene que marchar
A vivir una cultura diferente

Sólo le pido a Dios
Que la guerra no me sea indiferente
Es un monstruo grande y pisa fuerte
Toda la pobre inocencia de la gente
Es un monstruo grande y pisa fuerte
Toda la pobre inocencia de la gente


 León Gieco





(SEMESTRE: AGOSTO 2014 - ENERO 2015)
LECTURA 2, PARCIAL 3

¿Qué te contaré sobre Ayotzinapa, 
Julio César?


Julio César,

Esta mañana escribo para contarte lo que esos hijos de la chingada que te mataron han provocado entre nosotros.


Esto lo sabes bien: la madrugada del 27 de septiembre, policías de los municipios de Iguala y Tixtla, en Guerrero, junto con sicarios del grupo Guerreros Unidos, dispararon a los camiones que iban a llevarte, y a tus compañeros, a la marcha histórica del 2 de octubre. Lo hicieron por órdenes del alcalde y su esposa porque creían que ustedes, normalistas rurales de Ayotzinapa, habían tomado los buses para arruinar el informe de labores de la “primera dama” de Iguala y abollar sus aspiraciones políticas. Las balas te aterraron, no hiciste caso a tus compañeros que pedían usar el vehículo como escudo y corriste hacia el monte, donde la negrura de la noche te tragó. Al día siguiente, el amanecer descubrió tu cuerpo con los pantalones abajo y tu cara sin piel ni ojos.


Lo que no sabes es esto: alguien fotografió tus restos y los subió a internet. En cuanto la noticia del ataque comenzó a conocerse, las redes sociales replicaron miles de veces tu imagen en unas cuantas horas. Nadie supo con qué fin te exhibieron así, pero si el objetivo era infundir miedo y paralizar a la gente, tuvo el efecto contrario: algo, en esta sociedad tan adormecida, empezó a despertar. Marissa, tu esposa, se sacó del pecho tu historia y la contó a cada reportero que preguntaba por ti. Le habló de tus sueños en el Distrito Federal, tus ganas de ser maestro, el anhelo que tenías de poner un techo familiar.


Lo que sigue te impresionaría: en un país donde en un pueblo se pueden masacrar a 300 personas y la gente calla; donde se pueden asesinar 72 migrantes y no pasa nada; donde 49 bebés pueden quemarse vivos y nadie se despeina; en ese país, tu imagen hizo semilla. Pudimos entender la magnitud de la saña, la inhumanidad, la podredumbre de la que son capaces esos ¿hombres? que desaparecieron a tus otros 43 compañeros.


Hiciste temblar bajo nuestros pies: se han organizado cientos de marchas para exigir justicia para ti, tu familia, la de otros cinco asesinados y la de tus 43 compañeros normalistas que aún no podemos localizar . Miles han tomado las calles de la ciudad de México, Guerrero y otros estados para exigir un alto a la violencia. Lo que te hicieron, lo que les hicieron, es el último abuso que queremos tolerar. Caminamos de día o de noche, gritando o en silencio, bailando o en duelo, cantando o desgañitando la garganta, a veces alegres y a veces sentimos que el pecho se nos encoge y no nos cabe la tristeza. Lo mismo ha pasado alrededor del mundo. En Estados Unidos, Canadá, España, Inglaterra, Alemania ¡hasta Japón! las muestras de solidaridad nos hacen sentir acompañados en esta batalla por la memoria.


Lo que hemos logrado ha sido insuficiente, porque el objetivo máximo de tener a todos ustedes con vida parece cada día más distante. Sin embargo, al mismo tiempo, hemos conquistado lo que hace años parecía impensable: el líder de los Guerreros Unidos, Sidrono Casarrubias, ya duerme en una prisión de máxima seguridad; el otro jefe, Benjamín Mondragón, mostró lo cobarde que es y se suicidó cuando lo arrinconó la policía; 59 integrantes del grupo criminal están detenidos. El jefe de la policía de Iguala, Francisco Salgado vive escondido, sin poder asomar la cabeza; el entonces alcalde de Iguala, José Luis Abarca, y su esposa, María de los Ángeles Pineda, enfrentan una sentencia que podría dejarlos de por vida tras las rejas. Y los ediles de decenas de municipios están bajo la lupa.


Además, cayó el gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre. En el país de la impunidad, eso es mucho. Y el recuento no acaba: se tambalea el procurador Jesús Murillo Karam y, como nunca, hay un clamor popular para que renuncie el presidente Enrique Peña Nieto.


Estoy convencido de esto Julio César: este país te necesitaba más vivo. Nos haces más falta en el salón de clases, formando niños, enseñándoles solidaridad al prójimo, criando a tu hija de dos meses, Melissa. Hoy, millones daríamos mucho para que ni tú, ni tus amigos, nos hicieran falta. Pero también estoy convencido de que esa imagen tuya, la valentía con la que el reporte forense dice que te defendiste de esos tipos, nos orilló a esta digna rabia. Tal vez, sin esa estampa de dolor, no hubiéramos reaccionado como sociedad. Tú peleaste contra esos que nos arrinconan, ¿por qué habríamos nosotros de hacer lo mismo por ti?


Y de eso te quiero hablar esta tarde: hoy es la Marcha Nacional por Ayotzinapa. Es la Marcha Nacional por Abel García Hernández, Abelardo Vázquez Peniten, Adán Abrajan de la Cruz, Alexander Mora Venancio, Antonio Santana Maestro, Benjamín Ascencio Bautista, Bernardo Flores Alcaraz, Carlos Iván Ramírez Villarreal, Carlos Lorenzo Hernández Muñoz, César Manuel González Hernández, Christian Alfonso Rodríguez Telumbre, Christian Tomas Colon Garnica, Cutberto Ortiz Ramos, Dorian González Parral, Emiliano Alen Gaspar de la Cruz., Everardo Rodríguez Bello, Felipe Arnulfo Rosas, Giovanni Galindes Guerrero, Israel Caballero Sánchez, Israel Jacinto Lugardo, Jesús Jovany Rodríguez Tlatempa, Jonas Trujillo González, Jorge Álvarez Nava, Jorge Aníbal Cruz Mendoza, Jorge Antonio Tizapa Legideño, Jorge Luis González Parral, José Ángel Campos Cantor, José Ángel Navarrete González, José Eduardo Bartolo Tlatempa, José Luis Luna Torres, Jhosivani Guerrero de la Cruz, Julio César López Patolzin, Leonel Castro Abarca, Luis Ángel Abarca Carrillo, Luis Ángel Francisco Arzola, Magdaleno Rubén Lauro Villegas, Marcial Pablo Baranda, Marco Antonio Gómez Molina, Martín Getsemany Sánchez García, Mauricio Ortega Valerio, Miguel Ángel Hernández Martínez, Miguel Ángel Mendoza Zacarías y Saúl Bruno García.


Hoy saldremos miles, decenas de miles, cientos de miles, a demandar castigo a los responsables, el paradero de tus compañeros y justicia para los caídos como tú. Hoy el país tiene un ambiente diferente. Se siente en el aire. Hay dolor, rabia, indignación, vergüenza, pero también hay esperanza de que lo que suceda esta noche abra un boquete de luz para la oscuridad que nos envuelve.


Julio César, hoy se cumplen 56 días y las calles no nos alcanzan. Las desbordamos. No se ha construido una avenida tan larga como para contenernos. Nadie aún ha descubierto la fórmula para callarnos.
Me gustaría que estuvieras aquí para verlo: el país que soñaste, se está sacudiendo el letargo. Me gustaría que leyeras la intensidad de las redes sociales, que escucharas las pláticas de la gente que se pone de acuerdo para ir en conjunto a la marcha, los planes de fiesta cancelados para asistir a este encuentro de desobediencia civil. Quisiera que sintieras que no te hemos abandonado.
Hoy por la noche, donde quiera que estés, ponte muy atento. Escucha a los que te vamos a nombrar. Grábate bien cada voz de niña, niño, joven, adulto, anciana, que salió de su casa para acompañar a tus padres, los padres de ellos, a todos nosotros. En un año, Julio César, esos mismos que hoy te llamaremos, te rendiremos cuenta de lo que hicimos en tu ausencia.

Te contaremos, con orgullo, que estuvimos a la altura de ti, de la manera en que te defendiste esa noche, cuando la negrura de Iguala te comió y nos devoró a todos.

Óscar Balderas



(SEMESTRE: AGOSTO 2014 - ENERO 2015)
LECTURA 1, PARCIAL 3

¡Mi País, Oh mi País!


Descenderá al sepulcro vuestra soberbia. Y echados seréis de él como troncos abominables, vestidos de muertos pasados a cuchillo, que descendieron al fondo de la sepultura. Y no seréis contados con ellos en la sepultura: porque destruisteis vuestra tierra, y arrasasteis vuestro pueblo. No será nombrada para siempre la simiente de los malignos.                                                                                        Libro del profeta Isaías.



Ardiente, amado, hambriento, desolado,
bello como la dura, la sagrada blasfemia;
país de oro y limosna, país y paraíso,
país-infierno, país de policías.
Largo río de llanto, ancha mar dolorosa,
república de ángeles, patria perdida.
País mío, nuestro, de todos y de nadie.
Adoro tu miseria de templo demolido
y la montaña de silencio que te mata.
Veo correr noches, morir los días, agonizar las tardes.
Morirse todo de terror y de angustia.
Porque ha vuelto a correr la sangre de los buenos
y las cárceles y las prisiones militares son para ellos.
Porque la sombra de los malignos es espesa y amarga
y hay miedo en los ojos y nadie habla
y nadie escribe y nadie quiere saber nada de nada,
porque el plomo de la mentira cae, hirviendo,
sobre el cuerpo del pueblo perseguido.
Porque hay engaño y miseria
y el territorio es un áspero edén de muerte cuartelaria.
Porque al granadero lo visten'
de azul de funeraria y lo arrojan
lleno de asco y alcohol
contra el maestro, el petrolero, el ferroviario,
y así mutilan la esperanza
y le cortan el corazón y la palabra al hombre―
y la voz oficial, agria de hipocresía,
proclama que primero es el orden
y la sucia consigna la repiten
los micos de la Prensa,
los perros voz-de-su-amo de la televisión,
el asno en su curul,
el león y el rotario,
las secretarias y ujieres del Procurador
y el poeta callado en su muro de adobe,
mientras la dulce patria temblorosa
cae vencida en la calle y en la fabrica.
Este es el panorama:
Botas, culatas, bayonetas, gases ...
¡Viva la libertad!


Buenavista, Nonoalco, Pantaco, Veracruz…
todo el país amortajado, todo,
todo el país envilecido,
todo eso, hermanos míos,
¿no vale mil millones de dólares en préstamo?
¡Gracias, Becerro de oro! ¡Gracias, FBI!
¡Gracias, mil gracias, Dear Mister President!
Gracias, honorables banqueros, honestos industriales,
generosos monopolistas, dulces especuladores;
gracias, laboriosos latifundistas,
mil veces gracias, gloriosos vendepatrias,
gracias, gente de orden.
Demos gracias a todos
y rompamos
con un coro solemne de gracia y gratitud
el silencio espectral que todo lo mancilla.

¡Oh país mexicano, país mío y de nadie!
Pobre país de pobres. Pobre país de ricos.
¡Siempre más y más pobres!
¡Siempre menos, es cierto,
pero siempre más ricos!
Amoroso, anhelado, miserable, opulento,
país que no contesta, país de duelo.
Un niño que interroga parece un niño muerto.
Luego la madre pregunta por su hijo
y la respuesta es un mandato de aprehensión.
En los periódicos vemos bellas fotografías
de mujeres apaleadas y hombres nacidos en México
que sangran y su sangre
es la sangre de nuestra maldita conciencia
y de nuestra cobardía.
Y no hay respuesta nunca para nadie
porque todo se ha hundido en un dorado mar de
dólares
y la patria deja de serlo
y la gente sueña en conjuras y conspiraciones
y la verdad es un sepulcro.
La verdad la detentan los secuestradores,
la verdad es el fantasma podrido de MacCarthy
y la jauría de turbios, torpes y mariguanos inquisidores
de huaraches;
la verdad está en los asquerosos hocicos de los cazadores
de brujas.

¡La grande y pura verdad patria la poseen,oh país, país mío, los esbirros,
los soldadones, los delatores y los espías!
No, no, no. La verdad no es la dulce espiga
sino el nauseabundo coctel de barras y de estrellas.
La verdad, entonces, es una democracia nazi
en la que todo sufre, suda y se avergüenza.
Porque mañana, hoy mismo,
el padre denunciará al hijo
y el hijo denunciará a su padre y a sus hermanos.
Porque pensar que algo no es cierto
o que un boletín del gobierno
puede ser falso
querrá decir que uno es comunista
y entonces vendrán las botas de la Gestapo criolla,
vendrán los gases, los insultos,
las vejaciones y las calumnias
y todos dejaremos de ser menos que polvo,
mucho menos que aire o que ceniza,
porque todos habremos descendido
al fondo de la nada,
muertos sin ataúd,
soñando el sueño inmenso
de una patria sin crímenes,
y arderemos, impíos y despiadados,
tal vez rodeados de banderas y laureles,
tal vez, lo más seguro,
bajo la negra niebla
de las más negras maldiciones…



Efraín Huerta


lunes, 20 de octubre de 2014

(SEMESTRE: AGOSTO 2014 - ENERO 2015)
LECTURA 4, PARCIAL 2


¡Nadie te ha ofendido!

Son tus expectativas de lo que esperabas de esas personas, las que te hieren. Y las expectativas las creas tú con tus pensamientos. No son reales. Son imaginarias.

Si tu esperabas que tus padres te dieran más amor y no te lo dieron, no tienes por qué sentirte ofendido. Son tus expectativas de lo que un padre ideal debió hacer contigo las que fueron violadas. Y tus ideas son las que te lastiman.

Si esperabas que tu pareja reaccionara de tal y cual forma y no lo hizo. Tu pareja no te ha hecho nada. Es la diferencia entre las atenciones que esperabas tuviera contigo y las que realmente tuvo, las que te hieren. Nuevamente, eso está en tu imaginación.

 ¿Enojado con Dios? Son tus creencias de lo que debería hacer Dios, las que te lastiman. Dios jamás ofende ni daña a nadie.

 Un hábito requiere de todas sus partes para funcionar. Si pierde una, el hábito se desarma. El hábito de sentirte ofendido por lo que te hacen otros (en realidad nadie te hace nada) desaparecerá cuando conozcas mejor la fuente de las 'ofensas'.

Cuando nacemos, somos auténticos. Pero nuestra verdadera naturaleza, es suprimida y sustituida artificialmente por conceptos que nuestros padres, la sociedad y televisión nos enseñan y  crean una novela falsa de cómo deberían ser las cosas en todos los aspectos de tu vida y de cómo deben actuar los demás. Una novela que no tiene nada que ver con la realidad.

 También, las personas son criaturas de inventario. A lo largo de su vida, coleccionan experiencias: padres, amigos, parejas, etc. y las almacenan en su inventario interior. Las experiencias negativas dejan una huella más profunda en nosotros que las positivas. Y cuando una persona es maltratada por alguien, deja esa experiencia en su 'inventario'. Cuando conoce a alguien, tiene miedo. Y trata de ver si la nueva persona repetirá las mismas actitudes que la que la hirió. Saca una experiencia de su inventario negativo. Se pone los lentes de esa experiencia y ve a las nuevas personas y experiencias de su vida, con esos lentes. ¿Resultado? Se duplican los mismos problemas y las mismas experiencias negativas.  Y el inventario negativo sigue creciendo. En realidad lo que hace es que te estorba.

No te deja ser feliz. Y a medida que se avanza en años, se es menos feliz. Es porque el inventario negativo aumenta año con año.
¿Has visto a las personas de edad avanzada y a los matrimonios con muchos años? Su inventario es tan grande, que parece que la negatividad es su vida. Una y otra vez sacan experiencias de su inventario negativo ante cualquier circunstancia.

 Una de las mayores fuentes de ofensas, es la de tratar de imponer el punto de vista de una persona a otra y guiar su vida. Cuando le dices lo que debe hacer y te dice 'no', creas resentimientos por partida doble.
Primero, te sientes ofendido porque no hizo lo que querías.Segundo, la otra persona se ofende porque no la aceptaste como es. Y es un círculo vicioso.

Todas las personas tienen el derecho divino de guiar su vida como les plazca. Aprenderán de sus errores por sí mismos. Déjalos ser! nadie te pertenece.

Cuando los colonos americanos querían comprarles sus tierras a los Pieles Rojas, estos les contestaron ¿Comprar nuestras tierras? ¡Si no nos pertenecen! Ni el fulgor de las aguas, ni el aire, ni nuestros hermanos los búfalos a los cuales solo cazamos para sobrevivir. Es una idea completamente desconocida para nosotros'.

Ni la naturaleza, ni tus padres, ni tus hijos, tus amigos o parejas te pertenecen. Es como el fulgor de las aguas o el aire. No los puedes comprar. No los puedes separar. No son tuyos. Sólo los puedes disfrutar como parte de la naturaleza. El cauce de un río no lo puedes atrapar. Solo puedes meter las manos, sentir el correr de las aguas entre ellas, y dejarlo seguir.

Las personas son un río caudaloso. Cualquier intento de atraparlas te va a lastimar.

Ámalas, disfrútalas y déjalas ir.


Marco Engelke
(SEMESTRE: AGOSTO 2014 - ENERO 2015)
LECTURA 3, PARCIAL 2

Violencia

La violencia jamás es parte de la naturaleza. Nadie nace violento.
Uno es infectado por una sociedad violenta, por la violencia que lo rodea, que lo vuelve violento. De lo contrario, cada niño nace absolutamente no violento.
No hay violencia en tu propio ser. Está condicionada por las situaciones. Uno ha de
defenderse contra tantas cosas que el ataque es el mejor método de defensa. Cuando una persona ha de defenderse tantas veces, se vuelve agresiva, violenta, porque es mejor golpear primero que esperar que alguien os golpee y luego atacar. Quien golpea primero tiene más posibilidades de ganar.
Eso es lo que dice Maquiavelo en su famoso libro El príncipe. Es la biblia de los políticos. Afirma que el ataque es la mejor forma de defensa. No esperéis; antes de que alguien os ataque, atacad vosotros. No hay necesidad de esperar. Cuando el otro ataca, Maquiavelo dirá que ya es demasiado tarde, que ya estaréis del lado del perdedor.
De ahí que las personas se tornen violentas. Muy pronto llegan a entender que serán aplastadas. El único modo de sobrevivir es atacar, y en cuanto aprendéis este truco, poco a poco toda vuestra naturaleza se ve envenenada por él. Pero no es algo natural, de modo que lo podéis dejar caer.


(osho)
(SEMESTRE: AGOSTO 2014 - ENERO 2015)
LECTURA 2, PARCIAL 2


La fábula del alacrán

Un maestro oriental que vio cómo un alacrán se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó. Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose. El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el alacrán lo picó. Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo:

"Perdone, ¡ pero usted es terco ! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?".

El maestro respondió:
"La naturaleza del alacrán es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar".

Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.
(SEMESTRE: AGOSTO 2014 - ENERO 2015)
LECTURA 1, PARCIAL 2

Los hijos de la Malinche.


¿Quién es la Chingada? Ante todo, es la Madre. No una Madre de carne y hueso, sino una figura mítica. La Chingada es una de las representaciones mexicanas de la Maternidad, como la Llorona o la "sufrida madre mexicana" que festejamos el diez de mayo. La Chingada es la madre que ha sufrido, metafórica o realmente, la acción corrosiva e infamante implícita en el verbo que le da nombre. Vale la pena detenerse en el significado de esta voz.

En la anarquía del lenguaje en la América Española, Darío Rubio examina el origen de esta palabra y enumera las significaciones que le prestan casi todos los pueblos hispanoamericanos. Es probable su procedencia azteca: chingaste es xinachtli (semilla de hortaliza) o xinaxtli (aguamiel fermentado).

En México los significados de la palabra son innumerables. Es una voz mágica. Basta un cambio de tono, una inflexión apenas, para que el sentido varíe. Hay tantos matices como entonaciones: tantos significados como sentimientos. Se puede ser un chingón, un Gran Chingón (en los negocios, en la política, en el crimen, con las mujeres), un chingaquedito. (silencioso, disimulado, urdiendo tramas en la sombra, avanzando cauto para dar el mazazo), un chingoncito. 

Pero la pluralidad de significaciones no impide que la idea de agresión--en todos sus grados, desde el simple de incomodar, picar, zaherir, hasta el de violar, desgarrar y matar--se presente siempre como significado último. El verbo denota violencia, salir de si mismo y penetrar por la fuerza en otro. Y también, herir, rasgar, violar -cuerpos, almas, objetos-, destruir. Cuando algo se rompe, decimos: "se chinga". Cuando alguien ejecuta un acto desmesurado y contra las reglas, comentamos: "hizo una chingadera".

La idea de romper y de abrir reaparece en casi todas las expresiones. La voz está teñida de sexualidad, pero no es sinónimo del acto sexual; se puede chingar a una mujer sin poseerla. Y cuando se alude al acto sexual, la violación o el engaño le prestan un matiz particular. El que chinga jamás lo hace con el consentimiento de la chingada. En suma, chingar es hacer violencia sobre otro. Es un verbo masculino, activo, cruel: pica, hiere, desgarra, mancha. Y provoca una amarga, resentida satisfacción en el que lo ejecuta.

Lo chingado es lo pasivo, lo inerte y abierto, por oposición a lo que chinga, que es activo, agresivo y cerrado. El chingón es el macho, el que abre. La chingada, la hembra, la pasividad pura, inerme ante el exterior. La relación entre ambos es violenta, determinada por el poder cínico del primero y la impotencia de la otra. La idea de violación rige oscuramente todos los significados. La dialéctica de lo cerrado y Io abierto se cumple así con precisión casi feroz.

El poder mágico de la palabra se intensifica por su carácter prohibido. Nadie la dice en público. Solamente un exceso de cólera, una emoción o el entusiasmo delirante, justifican su expresión franca. Es una voz que sólo se oye entre hombres, o en las grandes fiestas. Al gritarla, rompemos un velo de pudor, de silencio o de hipocresía. Nos manifestamos tales como somos de verdad. Las malas palabras hierven en nuestro interior, como hierven nuestros sentimientos. Cuando salen, lo hacen brusca, brutalmente, en forma de alarido, de reto, de ofensa. Son proyectiles o cuchillos. Desgarran.
...
La palabra chingar, con todas estas múltiples significaciones, define gran parte de nuestra vida y califica nuestras relaciones con el resto de nuestros amigos y compatriotas, para el mexicano la vida es una posibilidad de chingar o de ser chingado. Es decir, de humillar, castigar y ofender. O a la inversa. Esta concepción de la vida social como combate engendra fatalmente la división de la sociedad en fuertes y débiles. Los fuertes, los chingones sin escrúpulos, duros e inexorables se rodean de fidelidades ardientes e interesadas. 

La voz tiene además otro significado, más restringido. Cuando decimos "vete a la Chingada" enviamos a nuestro interlocutor a un espacio lejano, vago e indeterminado. Al país de las cosas rotas, gastadas. País gris, que no está en ninguna parte, inmenso y vacío. Es una palabra hueca. No quiere decir nada. Es la Nada.

Después de esta digresión sí se puede contestar a la pregunta ¿qué es la Chingada? La Chingada es la Madre abierta, violada o burlada por la fuerza. El "hijo de la Chingada" es el engendro de la violación, del rapto o de la burla. Si se compara esta expresión con la española, "hijo de puta" se advierte inmediatamente la diferencia. Para el español la deshonra consiste en ser hijo de una mujer que voluntariamente se entrega, una prostituta; para el mexicano, es ser fruto de una violación.

La Chingada es la Madre violada. La Chingada es aún más pasiva... no ofrece resistencia a la violencia, es un montón inerte de sangre, huesos y polvo. Su mancha es constitucional y reside, según se ha dicho más arriba en su sexo. Esta pasividad abierta al exterior la lleva a perder su identidad: es la Chingada. Pierde su nombre, no es nadie ya, se confunde con la nada, es la nada. Y sin embargo, es la atroz encarnación de la condición femenina.

Si la Chingada es una representación de la Madre violada, no me parece forzado asociarla a la Conquista, que fue también una violación, no solamente en el sentido histórico, sino en la carne misma de las indias. El símbolo de la entrega es doña Malinche, la amante de Cortés. Es verdad que ella se da voluntariamente al Conquistador, pero éste, apenas deja de serle útil, la olvida, Doña Marina se ha convertido en una figura que representa a las indias, fascinadas, violadas o seducidas por 103 españoles. Y del mismo modo que el niño no perdona a su madre que lo abandone para ir en busca de su padre, el pueblo mexicano no perdona su traición a la Malinche. Ella encarna lo abierto, lo chingado, frente a nuestros indios, estoicos, impasibles y cerrados. Cuauhtémoc y doña Marina son así dos símbolos antagónicos y complementarios. Y si no es sorprendente el culto que todos profesamos al joven emperador -"único héroe a la altura del arte", imagen del hijo sacrificado-, tampoco es extraña la maldición que pesa contra la Malinche. De ahí el éxito del adjetivo despectivo "malinchista", recientemente puesto en circulación por los periódicos para denunciar a todos los contagiados por tendencias extranjerizantes. Los malinchistas son los partidarios de que México se abra al exterior: los verdaderos hijos de la Malinche, que es la Chingada en persona. De nuevo aparece lo cerrado por oposición a lo abierto.

Nuestro grito es una expresión de la voluntad mexicana de vivir cerrados al exterior, sí, pero sobre todo, cerrados frente al pasado. En este grito condenamos nuestro origen y renegamos de nuestro hibridismo.

Por eso la tesis hispanista, que nos hace descender de Cortés con exclusión de la Malinche, es el patrimonio de unos cuantos extravagantes -que ni siquiera son blancos puros-. El mexicano no quiere ser ni indio, ni español. Tampoco quiere descender de ellos. Los niega. Y no se afirma en tanto que mestizo, sino como abstracción: es un hombre. Se vuelve hijo de la nada.

(Fragmento de “El laberinto de la soledad” de Octavio Paz)

jueves, 4 de septiembre de 2014

(SEMESTRE: AGOSTO 2014 - ENERO 2014)
LECTURA 4, PARCIAL 1

Capítulo 7

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.


(Fragmento de la novela Rayuela de Julio Cortázar)
(SEMESTRE: AGOSTO 2014 - ENERO 2014)
LECTURA 3, PARCIAL 1

Entre cuchillos.





Un cuchillo impecable pulía sin cesar su filo. Otro cuchillo, oxidado, le preguntó: 

“¿Por qué te esmeras tanto? Quizá nunca serás empleado. El impecable le respondió:

 “Mi deber es lograr un filo perfecto. Si me emplean, serviré. Si no me utilizan, me habré servido a mí mismo”.


Alejandro Jodorowsky

(SEMESTRE: AGOSTO 2014 - ENERO 2014)
LECTURA 2, PARCIAL 1
Cálidas nalgas

Este Viernes por la noche
las muchachas mejicanas en el carnaval católico
parecen muy buenas
sus maridos andan en los bares
y las muchachas mejicanas lucen jóvenes
nariz aguileña con tremendos ojazos,
cálidas nalgas en apretados bluyines
han sido agarradas de algún modo,
sus maridos andan cansados de esos culos calientes
y las muchachas mejicanas caminan con sus hijos,
existe una tristeza real en sus ojazos
como si recordaran noches cuando sus bien parecidos hombres-
les dijeron tantas cosas bellas
cosas bellas que ellas nunca escucharán de nuevo,
y bajo la luna y en los relampagueos de las
luces del carnaval
lo veo todo y me paro silencioso y lo lamento por ellas.
ellas me ven observando-
el viejo chivo nos está mirando
está mirando a nuestros ojos;
ellas sonríen una a otra, hablan, salen juntas,
ríen, me miran por encima de sus hombros.
camino hacia una caseta
ponga una moneda de diez en el número once y gane un pastel
de chocolate con 13 coloreadas colombinas en la
cima
suficiente por demás para un ex-católico
y un admirador de los calientes y jóvenes y
no usados ya más
afligidos culos de las mejicanas.
Charles Bukowski


Versión de Rafael Díaz Borbón

(SEMESTRE: Agosto 2014 - Enero 2014)
LECTURA 1, PARCIAL 1

El costo de aprender


Nasrudín decidió que podía beneficiarse aprendiendo algo nuevo y fue a visitar a un renombrado maestro de música:

- ¿Cuánto cobra usted para enseñarme a tocar la flauta? - preguntó Nasrudín.

- Tres piezas de plata el primer mes; después una pieza de plata por mes - contestó el maestro.


-¡Perfecto! - dijo Nasrudín; - comenzaré en el segundo mes.

lunes, 9 de junio de 2014


(SEMESTRE: FEBRERO 2014 - JULIO 2014)
LECTURA 4, PARCIAL 3

El fútbol a sol y sombra: “El hincha”

Una vez por semana, el hincha (1) huye de su casa y acude al estadio.
Flamean las banderas, suenan las matracas, los cohetes, los tambores, llueven las serpentinas y el papel picado: la ciudad desaparece, la rutina se olvida, sólo existe el templo. En este espacio sagrado, la única religión que no tiene ateos exhibe a sus divinidades. Aunque el hincha puede contemplar el milagro, más cómodamente, en la pantalla de la tele, prefiere emprender la peregrinación hacia este lugar donde puede ver en carne y hueso a sus ángeles batiéndose a duelo contra los demonios de turno.
Aquí, el hincha agita el pañuelo, traga saliva, Glup, traga veneno, se come la gorra, susurra plegarias y maldiciones y de pronto se rompe la garganta en una ovación y salta como pulga abrazando al desconocido que grita el gol a su lado. Mientras dura la misa pagana, el hincha es muchos. Con miles de devotos comparte la certeza de que somos los mejores, todos los árbitros están vendidos, todos los rivales son tramposos.
Rara vez el hincha dice: “Hoy juega mi club”. Más bien dice: “Hoy jugamos nosotros”. Bien sabe este jugador número doce que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música.
Cuando el partido concluye, el hincha, que no se ha movido de la tribuna, celebra su victoria, qué goleada les hicimos qué paliza les dimos, o llora su derrota, otra vez nos estafaron, juez ladrón. Y entonces el sol se va y el hincha se va. Caen las sombras sobre el estadio que se vacía. En las gradas de cemento arden, aquí y allá, algunas hogueras de fuego audaz, mientras se van apagando las luces y las voces. El estadio se queda solo y también el hincha regresa a su soledad, ya que ha sido nosotros: el hincha se aleja, se dispersa, se pierde, y el domingo es melancólico como un miércoles de ceniza después de la muerte del carnaval.

(1) Hincha. Persona que pertenece a la afición de un equipo deportivo y lo sigue con pasión y entusiasmo.

* Extracto del libro “El fútbol a sol y sombra” de Eduardo Galeano.
(SEMESTRE: FEBRERO 2014 - JULIO 2014)
LECTURA 3, PARCIAL 3

Parábola sufí


Un hombre fue al río muy temprano por la mañana para dar un paseo y se tropezó con un saco. Abrió el saco; estaba lleno de piedras. Se sentó en la orilla y juguetonamente empezó a tirar las piedras al río. Disfrutaba viendo cómo salpicaban las piedras. Poco a poco empezó a amanecer y el sol empezó a salir. Ya sólo quedaba una piedra. La miró, pues ahora había bastante luz, y empezó a golpearse en el pecho llorando. Algunas personas se reunieron a su alrededor preguntándole: "¿Qué es lo que pasa?". Él contestó: "Es un diamante, y he tirado miles.  Los he estado lanzando continuamente sin saber lo que estaba tirando.  Pensaba que sólo eran piedras. Y  ya sólo me queda una".
(SEMESTRE: FEBRERO 2014 - JULIO 2014)
LECTURA 2, PARCIAL 3

Buscando la llave


Muy tarde por la noche Nasrudin se encuentra dando vueltas alrededor de una farola, mirando hacia abajo. Pasa por allí un vecino.
- ¿Qué estás haciendo Nasrudín, has perdido alguna cosa?- le pregunta.
- Sí, estoy buscando mi llave.
El vecino se queda con él para ayudarle a buscar. Después de un rato, pasa una vecina.
-¿Qué estáis haciendo? - les pregunta.
- Estamos buscando la llave de Nasrudín.
Ella también quiere ayudarlos y se pone a buscar.
Luego, otro vecino se une a ellos. Juntos buscan y buscan y buscan. Habiendo buscado durante un largo rato acaban por cansarse. Un vecino pregunta:
- Nasrudín, hemos buscado tu llave durante mucho tiempo, ¿estás seguro de haberla perdido en este lugar?
- No, dice Nasrudín
- ¿dónde la perdiste, pues?
- Allí, en mi casa.
- Entonces, ¿por qué la estamos buscando aquí?
- Pues porque aquí hay más luz y mi casa está muy oscura.
(SEMESTRE: FEBRERO 2014 - JULIO 2014)
LECTURA 1, PARCIAL 3 

La parábola de la rana hervida.


Si ponemos una rana en una olla con  agua hirviendo, inmediatamente intentará salir. Pero si ponemos la rana en agua a la temperatura ambiente, y no la asustamos, se queda tranquila. Cuando la temperatura se eleva de 21 a 26 grados, la rana no hace nada, e incluso parece pasarlo bien. A medida que la temperatura aumenta, la rana está cada vez más aturdida, y finalmente no está en condiciones de salir de la olla. 
Aunque nada se lo impide… ¡la rana se queda allí y se cocina! 

jueves, 24 de abril de 2014


(SEMESTRE: FEBRERO 2014 - JULIO 2014)
LECTURA 4, PARCIAL 2                    Fábula 


En aquella región se erguía una tabla. En la punta tenía atravesado un largo y brillante clavo. El clima era hermoso, la tierra fragante y el cielo transparente. Todo parecía sumergido en una paz eterna. El clavo se sentía bien, el viento hacía vibrar su cuerpo agudo: “¡Doy notas musicales, soy feliz!” A esos parajes llegó un dedo meñique. Al ver a nuestro clavo, exclamó: “¡Qué bello eres! ¡Amo tu música! ¡Te adoro!” Su enamoramiento hizo que quisiera estrechar a su amado. El clavo le advirtió: “¡A mí también me excitas, pero ten cuidado, mi acero es más afilado que el de un bisturí, puedes herirte!” “¡No importa -contestó el meñique- deja que me acerque!” Y abalanzándose hizo que la punta lo picara. Por su herida salió una gota de sangre. “¡Dedo loco: si continúas te destruirás!”, protestó el clavo. Pero el dedo, enceguecido por su pasión, respondió: “¡Quiero llegar al fondo: conociéndote haré míos tus secretos!” Y empujó, atravesándose, hasta tocar con su yema la aspereza de la tabla. El obstáculo lo desesperó. “¡Oh, esta madera me impide llegar a tu cabeza!¡Quítala!” “¡No puedo, ella me sostiene, es la base de mi fuerza y mi canto!”, explicó el clavo. El dedo lloró: “¡Qué decepción! ¡Nunca podré conocerte por entero! ¡Te odio!” Y se desprendió del acero gritando de dolor. “¡Han tratado de destruirme! ¡Socorro!” Inmediatamente llegaron sus cuatro hermanos y al verlo sangrar acusaron al clavo de corruptor de menores y criminal. Se lanzaron hacia él y lo doblaron hasta quebrarlo. Le dijeron al pequeño: “¡Ya no volverá a causar daño! ¡Olvídalo!”: Y se fueron. Al poco tiempo el meñique comenzó a aburrirse. Vio a un hermoso cactus que se estiraba hacia el sol. “¡Oh, sus espinas brillan como astros! ¡Lo amo! ¡Quiero abrazarlo!”. El cactus le advirtió que tuviera cuidado, pero el dedo no quiso oírlo, embriagado por su pasión. “¡Amo tu verde radiante! ¡Te adoro! ¡Deja que me acerque a ti!”…