(SEMESTRE: FEBRERO 2014 - JULIO 2014)
LECTURA 4, PARCIAL 2 Fábula
En aquella región se
erguía una tabla. En la punta tenía atravesado un largo y brillante clavo. El
clima era hermoso, la tierra fragante y el cielo transparente. Todo parecía
sumergido en una paz eterna. El clavo se sentía bien, el viento hacía vibrar su
cuerpo agudo: “¡Doy notas musicales, soy feliz!” A esos parajes llegó un dedo
meñique. Al ver a nuestro clavo, exclamó: “¡Qué bello eres! ¡Amo tu música! ¡Te
adoro!” Su enamoramiento hizo que quisiera estrechar a su amado. El clavo le
advirtió: “¡A mí también me excitas, pero ten cuidado, mi acero es más afilado
que el de un bisturí, puedes herirte!” “¡No importa -contestó el meñique- deja
que me acerque!” Y abalanzándose hizo que la punta lo picara. Por su herida
salió una gota de sangre. “¡Dedo loco: si continúas te destruirás!”, protestó
el clavo. Pero el dedo, enceguecido por su pasión, respondió: “¡Quiero llegar
al fondo: conociéndote haré míos tus secretos!” Y empujó, atravesándose, hasta
tocar con su yema la aspereza de la tabla. El obstáculo lo desesperó. “¡Oh,
esta madera me impide llegar a tu cabeza!¡Quítala!” “¡No puedo, ella me
sostiene, es la base de mi fuerza y mi canto!”, explicó el clavo. El dedo
lloró: “¡Qué decepción! ¡Nunca podré conocerte por entero! ¡Te odio!” Y se
desprendió del acero gritando de dolor. “¡Han tratado de destruirme! ¡Socorro!”
Inmediatamente llegaron sus cuatro hermanos y al verlo sangrar acusaron al
clavo de corruptor de menores y criminal. Se lanzaron hacia él y lo doblaron
hasta quebrarlo. Le dijeron al pequeño: “¡Ya no volverá a causar daño!
¡Olvídalo!”: Y se fueron. Al poco tiempo el meñique comenzó a aburrirse. Vio a
un hermoso cactus que se estiraba hacia el sol. “¡Oh, sus espinas brillan como
astros! ¡Lo amo! ¡Quiero abrazarlo!”. El cactus le advirtió que tuviera
cuidado, pero el dedo no quiso oírlo, embriagado por su pasión. “¡Amo tu verde
radiante! ¡Te adoro! ¡Deja que me acerque a ti!”…