lunes, 9 de junio de 2014


(SEMESTRE: FEBRERO 2014 - JULIO 2014)
LECTURA 4, PARCIAL 3

El fútbol a sol y sombra: “El hincha”

Una vez por semana, el hincha (1) huye de su casa y acude al estadio.
Flamean las banderas, suenan las matracas, los cohetes, los tambores, llueven las serpentinas y el papel picado: la ciudad desaparece, la rutina se olvida, sólo existe el templo. En este espacio sagrado, la única religión que no tiene ateos exhibe a sus divinidades. Aunque el hincha puede contemplar el milagro, más cómodamente, en la pantalla de la tele, prefiere emprender la peregrinación hacia este lugar donde puede ver en carne y hueso a sus ángeles batiéndose a duelo contra los demonios de turno.
Aquí, el hincha agita el pañuelo, traga saliva, Glup, traga veneno, se come la gorra, susurra plegarias y maldiciones y de pronto se rompe la garganta en una ovación y salta como pulga abrazando al desconocido que grita el gol a su lado. Mientras dura la misa pagana, el hincha es muchos. Con miles de devotos comparte la certeza de que somos los mejores, todos los árbitros están vendidos, todos los rivales son tramposos.
Rara vez el hincha dice: “Hoy juega mi club”. Más bien dice: “Hoy jugamos nosotros”. Bien sabe este jugador número doce que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música.
Cuando el partido concluye, el hincha, que no se ha movido de la tribuna, celebra su victoria, qué goleada les hicimos qué paliza les dimos, o llora su derrota, otra vez nos estafaron, juez ladrón. Y entonces el sol se va y el hincha se va. Caen las sombras sobre el estadio que se vacía. En las gradas de cemento arden, aquí y allá, algunas hogueras de fuego audaz, mientras se van apagando las luces y las voces. El estadio se queda solo y también el hincha regresa a su soledad, ya que ha sido nosotros: el hincha se aleja, se dispersa, se pierde, y el domingo es melancólico como un miércoles de ceniza después de la muerte del carnaval.

(1) Hincha. Persona que pertenece a la afición de un equipo deportivo y lo sigue con pasión y entusiasmo.

* Extracto del libro “El fútbol a sol y sombra” de Eduardo Galeano.
(SEMESTRE: FEBRERO 2014 - JULIO 2014)
LECTURA 3, PARCIAL 3

Parábola sufí


Un hombre fue al río muy temprano por la mañana para dar un paseo y se tropezó con un saco. Abrió el saco; estaba lleno de piedras. Se sentó en la orilla y juguetonamente empezó a tirar las piedras al río. Disfrutaba viendo cómo salpicaban las piedras. Poco a poco empezó a amanecer y el sol empezó a salir. Ya sólo quedaba una piedra. La miró, pues ahora había bastante luz, y empezó a golpearse en el pecho llorando. Algunas personas se reunieron a su alrededor preguntándole: "¿Qué es lo que pasa?". Él contestó: "Es un diamante, y he tirado miles.  Los he estado lanzando continuamente sin saber lo que estaba tirando.  Pensaba que sólo eran piedras. Y  ya sólo me queda una".
(SEMESTRE: FEBRERO 2014 - JULIO 2014)
LECTURA 2, PARCIAL 3

Buscando la llave


Muy tarde por la noche Nasrudin se encuentra dando vueltas alrededor de una farola, mirando hacia abajo. Pasa por allí un vecino.
- ¿Qué estás haciendo Nasrudín, has perdido alguna cosa?- le pregunta.
- Sí, estoy buscando mi llave.
El vecino se queda con él para ayudarle a buscar. Después de un rato, pasa una vecina.
-¿Qué estáis haciendo? - les pregunta.
- Estamos buscando la llave de Nasrudín.
Ella también quiere ayudarlos y se pone a buscar.
Luego, otro vecino se une a ellos. Juntos buscan y buscan y buscan. Habiendo buscado durante un largo rato acaban por cansarse. Un vecino pregunta:
- Nasrudín, hemos buscado tu llave durante mucho tiempo, ¿estás seguro de haberla perdido en este lugar?
- No, dice Nasrudín
- ¿dónde la perdiste, pues?
- Allí, en mi casa.
- Entonces, ¿por qué la estamos buscando aquí?
- Pues porque aquí hay más luz y mi casa está muy oscura.
(SEMESTRE: FEBRERO 2014 - JULIO 2014)
LECTURA 1, PARCIAL 3 

La parábola de la rana hervida.


Si ponemos una rana en una olla con  agua hirviendo, inmediatamente intentará salir. Pero si ponemos la rana en agua a la temperatura ambiente, y no la asustamos, se queda tranquila. Cuando la temperatura se eleva de 21 a 26 grados, la rana no hace nada, e incluso parece pasarlo bien. A medida que la temperatura aumenta, la rana está cada vez más aturdida, y finalmente no está en condiciones de salir de la olla. 
Aunque nada se lo impide… ¡la rana se queda allí y se cocina!