domingo, 10 de marzo de 2013


Lectura 4 (EV)
‘Maricón’ y ‘puñal’, expresiones discriminatorias, determina la Suprema Corte
Las manifestaciones homófobas son una categoría de discursos del odio, definió la Corte.
Ambas manifestaciones no pueden ser protegidas por la libertad de expresión "a pesar de que se emitan en un sentido burlesco, ya que mediante las mismas se incita, promueve y justifica la intolerancia hacia la homosexualidad".

Las expresiones homofóbicas son manifestaciones discriminatorias y no están protegidas en el principio de la libertad de expresión, determinó este miércoles la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).

El proyecto del ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea fue aprobado por los integrantes de la Primera Sala del máximo órgano de justicia en México, donde se analizó la jurisprudencia que hay en el país en relación con las manifestaciones discriminatorias.

Se interpretó que las expresiones “maricones” o “puñal” son ofensas discriminatorias que no pueden ser resguardadas por la libertad de expresión que consagra la Constitución en su artículo sexto.

La sala analizó la fuerte influencia del lenguaje en la percepción que las personas tienen de la realidad, pudiendo provocar prejuicios que se arraigan en la sociedad mediante expresiones que predisponen la marginación de ciertos individuos o grupos.

Además la Primera Sala también estudió el papel de los discursos dominantes y los estereotipos, por lo que señaló que el lenguaje que se utiliza para ofender o descalificar a ciertos grupos adquiere la calificativa de discriminatorio.

 De esta forma, refirió que las manifestaciones homófobas son una categoría de discursos del odio, los cuales se identifican por provocar o fomentar el rechazo hacia un grupo social y mediante las expresiones de menosprecio e insulto que contienen generan sentimientos sociales de hostilidad contra personas o grupos.

Por ello, la Primera Sala determinó que las expresiones empleadas en el caso concreto del estudio, consistentes en las palabras “maricones” y “puñal”, fueron ofensivas.

Ello porque si bien se trata de expresiones fuertemente arraigadas en el lenguaje de la sociedad mexicana lo cierto es que no pueden convalidar violaciones a derechos fundamentales.

Además dichas expresiones fueron impertinentes, pues su empleo no era necesario para la finalidad de la disputa que se estaba llevando a cabo relativa a la crítica mutua entre dos periodistas de la ciudad de Puebla, el caso analizado este miércoles.
(Con información de Notimex)

sábado, 2 de marzo de 2013

Lectura 3 (ADR)

 ·        Cada vez se requiere mayor cantidad para lograr los efectos deseados, precisa

Los narcóticos afectan el razonamiento, la motricidad, la vista y la memoria: Ricardo Nani

    ·        El cerebro aprende a funcionar de acuerdo con el consumo de la sustancia y cuando cesa, viene una etapa en la que el sistema nervioso central la reclama, explica el experto del Cenadic


Ángeles Cruz Martínez
 Periódico La Jornada
   Viernes 18 de enero de 2013.

La dependencia a las drogas es un trastorno que se explica por el uso consuetudinario y abusivo de sustancias legales o ilegales, el cual afecta en mayor medida a los niños y adolescentes, los que por esta causa están en riesgo de sufrir daños severos y permanentes en el sistema nervioso central, advirtió Ricardo Nani Alvarado, director general adjunto del Centro Nacional para la Prevención y el Control de las Adicciones (Cenadic).

Cualquier tipo de droga es dañina para la salud, pero mientras con tabaco y alcohol el proceso es más lento, con las drogas ilegales las consecuencias se observan en cuestión de meses.

En entrevista, el especialista señaló que una de las mayores y más notables afectaciones se dan en el sistema nervioso central, y en el caso de menores de edad eso se incrementa porque aún no alcanzan la madurez neuronal.

Capacidad de pensamiento y de análisis

Cuando hay consumo de drogas disminuye la cantidad de sangre que llega al cerebro y, por tanto, también de glucosa, lo que afecta el funcionamiento de ese órgano y, en particular, del lóbulo frontal. Esta zona es la más desarrollada y la que distingue al ser humano del resto de las especies. Por ella es que pensamos, analizamos problemas y tomamos decisiones, comentó Nani.

Al haber menos aporte de sangre y glucosa, el cerebro ya no funciona igual, por lo que se presentan conductas inapropiadas, fuera de lugar o impulsivas, las cuales van de la mano con la disminución en la capacidad de razonar del individuo, así como afectaciones motrices, de la vista y de la memoria.

Si estas alteraciones se presentan en niños de 10 a 12 años de edad consumidores de drogas, la disminución en la circulación sanguínea se hace permanente y tiene secuelas de por vida.

Esto es así porque el cerebro, que se empieza a formar a partir de la tercera semana de gestación, concluye su desarrollo hasta que la persona cumple de 22 a 24 años de edad.

Ricardo Nani Alvarado comentó que los usuarios de drogas se vuelven dependientes o adictos porque el cerebro aumenta el nivel de tolerancia a las sustancias y cada vez requieren mayor cantidad para sentir el efecto deseado: relajamiento, mucha energía y ausencia de preocupaciones, entre otros.

Y es que ocurren cambios neuroplásticos que activan los centros de recompensa del cerebro, en específico el núcleo acumbens. El órgano aprende a funcionar de acuerdo con el consumo y cuando éste cesa, viene el síndrome de abstinencia, etapa en la que el sistema nervioso central reclama la sustancia.

Entonces, la suma de tolerancia más abstinencia da como resultado la dependencia, afirma Nani.

El funcionario enfatizó que el daño más grave lo sufren los menores de edad, porque en los adultos, si bien el mecanismo es similar, cuando el individuo deja de consumir su organismo tiene la capacidad de recuperar la normalidad de la actividad circulatoria sanguínea.

Esto no significa que los adultos estén a salvo de daños, pues las repercusiones se pueden dar en otras áreas del organismo, como hígado, riñones y corazón, las cuales también pueden ser graves e incluso letales.

En todo ello intervienen diversos factores, como la susceptibilidad de cada individuo a resentir los daños, la edad, así como la cantidad y calidad de la sustancia que se consume, detalló el especialista.